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A un hombre de gran nariz
Quevedo, a través de metáforas exageradas y de un ingenio que no deja lugar a dudas, se burla descarnadamente de su archienemigo Luis de Góngora.
En este poema, que es producto de un constante duelo con Luis de Góngora, Quevedo se burla de su enemigo predilecto con una pluma remojada en ácido corrosivo. La prominente nariz de Góngora fue la inspiración obvia para una cascada de asociaciones imaginativas y figurativas.
Y así, como la sátira de Quevedo es incisiva, no lo son menos las ilustraciones de Ivar Da Coll, quien utiliza como pretexto este poema para recrear un día en la vida burguesa de un hombre del barroco a través de personajes, paisajes y situaciones lejanas y hasta exóticas para los lectores de hoy en día.
Autor: Francisco de Quevedo
Ilustrador: Ivar Da Coll
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